Como fotógrafo de perros creo que esta ha sido la sesión más difícil que he tenido hasta ahora porque el gran Solín tiene como pasatiempo preferido olfatear y olfatear y olfatear, lo cual está bien pero para lograr variedad de fotos no es de ayuda. No se imaginan cuánto me costó lograr estas fotos en las que se le ve su carita y mirada; además su tamaño me obligó a estar acostado, persiguiéndolo arrastrado durante toda la sesión, pero todos esos esfuerzos quedaron justificados con las imágenes que logré.